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HELENA
Me siento tan lejos y, sin embargo, tan cerca, y tan sólo digo gustosa: estoy aquí, aquí.
FAUSTO
Apenas respiro, mi voz tiembla, esto es un sueño que hace que se desvanezcan el tiempo y el espacio.
HELENA
Me parece haber envejecido y, sin embargo, me siento rejuvenecer al estar contigo y serte fiel,
desconocido.
FAUSTO
No sondees el destino sin par. Existir es un deber aunque sólo sea por un momento.
FÓRCIDA (Entrando impetuosamente.)
Deletreáis en el abecedario del amor, vuestros devaneos sólo os llevan a la carantoña, ociosos os
acariciáis dulcemente, pero no hay tiempo para ello. ¿No sentís una sorda tormenta? ¿No escucháis la
trompeta? El desastre está cercano. Llevando a su pueblo en oleadas, Menelao se acerca hasta vosotros.
Armaos para la lucha. Rodeado por el ejército triunfador, mutilado como Deífobo, expiarás tu afición a
la compañía femenina. Cuando en el aire oscile esta ligera mercancía, a la otra le estará reservada en el
altar una nueva y afilada cuchilla.
FAUSTO
¡Qué temeraria interrupción! Entra aquí inoportuna. Ni siquiera en los peligros me gusta la desatinada
agitación. Una horrible noticia afea al más agraciado de los mensajeros. A ti que eres la más fea posible
tan solo te gusta dar malas noticias. Pero esta vez no lo lograrás; tu hueco aliento conmueve los aires.
Aquí no hay peligro, el peligro no sería sino una vana amenaza.
(Señales, explosiones entre las torres, toque de clarines y cornetas; se oye música militar y se ve
el desfile de un poderoso ejército.)
No, ahora verás reunido el inseparable círculo de los héroes, sólo este recibe el favor de las mujeres, el
más poderoso sabe cómo defenderlas. (A los jefes del ejército que se separan de las columnas dando un
paso adelante.) Con ese furor contenido y sereno que os deparará, con toda seguridad, la victoria, ya
aparecen; la Tierra se estremece, avanzan, todo retumba. Desembarcaremos en Pilos, Néstor ya no
estará y el indómito ejército romperá las pequeñas alianzas de los reyes. No tardéis en rechazar a Me-
nelao y en devolverlo al mar. Allí podrá errar, robar y estar al acecho, como en él es propensión natural.
Os he de nombrar grandes señores, me lo ordena la reina de Esparta. Ponedle ahora a sus pies los
montes y los valles y vuestra será la conquista del Imperio. Tú, germano, defiende las bahías de Corinto
con vallados y baluartes. A ti, godo, te confío Acaya con sus cien desfiladeros. Que se dirijan a Elida las
huestes de los francos, Mesenia les ha tocado a los sajones. Que el normando limpie los mares y
engrandezca la Argólida. Entonces cada cual habitará su hogar y enviará su fuerza y sus rayos hacia el
exterior, pero Esparta, la antigua residencia de la reina, deberá regir sobre vosotros. Cada cual debe
disfrutar del país donde nunca falta el bienestar, buscáis confiados a sus pies refrendo, prerrogativas y
claridad.
(FAUSTO baja; los PRÍNCIPES se reúnen en torno a él para recibir órdenes con mayor
atención.)
CORO
El que quiera obtener a la más hermosa
que ante todo se fíe a su habilidad,
que con sabiduría se procure armas,
con sus halagos obtendrá para sí
lo más elevado que se puede ver,
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pero no lo poseerá muy tranquilo.
Habrá pícaros que la seducirán.
Habrá ladrones que la querrán raptar.
Que esté siempre alerta para así impedirlo.
Por eso yo alabo a nuestro magno príncipe,
lo valoraré por encima de todo.
Se ha impuesto con tamaña valentía
que los más fuertes se inclinan ante él
atentos a cualquier gesto de los suyos,
para ejecutar fielmente sus mandatos,
cada uno lo hace por su propio interés,
así como por el generoso premio
y de esa manera conseguir la gloria.
¿Quién será ahora capaz de quitársela
a él, el más poderoso poseedor?
Ella es su posesión a él consagrada.
Que le sea doblemente concedida
por nosotras, encerradas tras los muros
en cuyo exterior hay un potente ejército.
FAUSTO
Los dones que les hemos dado a estos -una tierra fértil a cada uno- son grandes y magníficos: ahora
dejémoslos marchar. Nosotros nos mantendremos en el centro. Ellos te defenderán con valor, península
rodeada por olas por doquier, unida por una no muy pronunciada cadena de colinas a las últimas
estribaciones de las montañas de Europa Este país, que recibe los rayos del sol antes que todos los
países, sea por siempre propicio para toda estirpe, ahora que ha sido conquistado para mi reina, en hora
temprana elevo a ella la mirada cuando el rumor que resuena en los cañaverales del Eurotas salió
radiante de la cáscara deslumbrando a su distinguida madre y a sus hermanos. Este país vuelto sólo
hacia ti, brinda el más espléndido de sus florecimientos. Prefiere tu patria al orbe terrestre de la que tú
eres dueña. Aunque en el dorso de tus montes es herido por la afilada punta de las frías flechas del sol,
se ven allí reverdecer las peñas y la ávida cabra recibe allí una pequeña parte de su sustento. El agua
brota del manantial, los arroyos que se precipitan se juntan, los barrancos, las pendientes, los prados
empiezan a estar verdes; sobre una llanura quebrada por cientos de colinas se ven diseminados lanosos
rebaños. Repartidas por doquier, con un paso grave y precavido, reses de ganado vacuno provistas de
cuernos van subiendo hasta el borde abrupto, mas allí hay refugio para todos, pues la pared de roca se
aboveda formando cien grutas. Allí, Pan los protege y las ninfas de la vida viven en el fresco recinto de
los frondosos ahuecamientos, y los árboles, deseando remontarse a regiones más altas, son muy
ramosos y se agolpan uno contra otro. Son antiguos bosques. El roble se yergue impertérrito y poderoso
y las ramas se entrelazan caprichosamente. El tierno arce, lleno de dulce savia, se eleva puro y juega
con su carga. Y, bajo la sombra, mana maternal leche tibia para el niño y el cordero. La fruta, ese
manjar que nos depara la llanura, no está muy lejana, y hay miel en la oquedad del tronco. Aquí, el bie-
nestar es hereditario, la mejilla está risueña al igual que la boca, cada uno es inmortal en su lugar, todos
están contentos y sanos. Así, a la luz del día, el buen muchacho se desarrolla hasta llegar a cobrar la
fuerza paterna. Nos admiramos ante ellos; sin embargo, siempre queda abierta la pregunta de sin son
hombres o son dioses. Tan similar era Apolo a los pastores que parecía el más bello de todos, pues allí
donde la naturaleza reina en su esfera, todos los mundos se reúnen. (Sentándose junto a HELENA.)
Tanto tú como yo lo hemos conseguido. Lo pasado ha quedado detrás de nosotros. Siente que procedes
de un dios supremo, tú perteneces tan sólo al primer mundo. En ninguna fortaleza debes ser confinada. [ Pobierz caÅ‚ość w formacie PDF ]

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    Dawniej młodzi mężczyźni szukali sobie żon. Teraz wyszukują sobie teściów. Diana Webster

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