[ Pobierz całość w formacie PDF ]
Del monte púbico arrancan los labios mayores o externos, que llegan hasta el ano y ocultan la
mayor parte de nuestros genitales (en muchas ocasiones los labios menores sobresalen). Puede
que te hayas dado cuenta de que desprenden un sudor oloroso. Aunque los labios mayores tie-
nen una función básicamente protectora, también suelen responder al tacto y a la presión y se
hinchan cuando nos excitamos.
Los labios menores se unen por la parte superior formando el capuchón del clítoris y acaban a
cada lado de la abertura vaginal. Muy ricos en terminaciones nerviosas, son muy sensibles y
cuando nos excitamos cambian de color y aumentan de tamaño, alcanzando en ocasiones hasta
dos y tres veces su volumen habitual. Su estimulación puede llevar a numerosas mujeres al or-
gasmo.
Clítoris
Es el órgano sexual femenino por excelencia. Aunque más de un sexólogo me reñiría por alar-
dear de lo siguiente, no puedo resistir la tentación de citar a Masters y Johnson: «el clítoris es el
único órgano humano que sólo existe para recibir y transmitir estímulos sexuales». ¡Sólo existe
para gozar! Pocas bromas. Los penes, además de dar placer, tienen fines reproductivos y fisioló-
gicos. Y, sin embargo, nosotras no rendimos pleitesía ni mimamos nuestro clítoris como los
hombres a su idolatrado apéndice. Muy mal.
Si no lo has hecho ya, comprobarás que es muy fácil de localizar. El glande del clítoris está
situado donde se unen los labios menores por su parte superior y se esconde bajo un capuchón o
prepucio, que es el equivalente al que existe en el pene. Por ahora sólo por ahora y porque
hablamos del glande diremos que es pequeño, algo así como del tamaño de un guisante (cada
mujer es única, no lo olvides). De tejido eréctil, semejante a una esponja, se llena de sangre
cuando te excitas, lo que hace que se agrande y se tense, en definitiva, que entre en erección,
igual que el miembro masculino.
A medida que te excitas y el orgasmo se acerca, el glande gira 180 grados y se retrae, porque los
tejidos que lo rodean aumentan de tamaño y lo envuelven. Los labios mayores y sobre todo me-
nores se hinchan considerablemente. Esto sucede básicamente para evitar el contacto directo con
él, porque al estar sembrado de terminales nerviosas puede irritarse, provocando el efecto con-
trario al deseado. Esta es la razón por la que cuando muchas mujeres se masturban no lo hacen
estimulando el glande, sino que masajean el capuchón o el área circundante, presionan la zona
con la mano o colocan un vibrador por encima de los labios mayores para mitigar su vibración.
Puede que las explicaciones que vienen a continuación parezcan algo complicadas, pero si te
ayudas de las ilustraciones, estoy segura de que tus dudas se disiparán. No dejes de leerlas, por-
que es importante que sepas cómo es y cómo funciona realmente tu clítoris.
Lo que generalmente llamamos clítoris es sólo su parte visible, la punta del iceberg. En 1998 la
doctora Helen O'Connell realizó una serie de disecciones de genitales femeninos que demostra-
ron definitivamente que nuestro clítoris es una estructura mucho más grande de lo que siempre
se había asegurado. Te lo explico. Si al tocar el glande de tu clítoris intentas seguirlo hacia el
interior, notarás que tiene un cuerpo de unos dos o tres centímetros. Pues bien, lo que no puedes
palpar es cómo luego se bifurca, como una letra V, en:
dos extremidades o raíces (llamadas crura) de entre 7,5 y 9 centímetros cada una, que se
extienden por la parte frontal de la uretra y a ambos lados de esta y la entrada vaginal; y
dos bulbos de tejido eréctil que, siguiendo el mismo recorrido, también se expanden a cada
lado de la uretra y la vagina y rellenan el espacio entre estas y las extremidades o raíces clitoria-
nas. (Estos bulbos sí que aparecen en algunos textos, aunque erróneamente se los llama vesti-
bulares, por situarse a ambos lados de la abertura o vestíbulo vaginal. La doctora O'Connell
propone que se les llame bulbos clitorianos.)
Cuando nos excitamos, no sólo entra en erección el glande del clítoris (que suele doblar su ta-
maño), también lo hacen sus raíces y bulbos clitorianos. Y cuanto mayor sea nuestra excitación,
más aumentan las ramificaciones del clítoris llegan a alcanzar unas 30 veces la medida del
glande y, por lo tanto, más contraen y más sentimos en el tercio inferior de nuestra vagina
(donde se encuentra el punto G). De ahí que algunos investigadores (no hay unanimidad al res-
pecto) consideren que esa pueda ser una de las causas de que algunas mujeres alcancen el clí-
max mediante la cópula: aunque no se produzca una estimulación directa de la parte externa del
clítoris, si se estimula indirectamente su parte interna.
Importante: es bastante común que la penetración vaginal se produzca mucho antes de que la
mujer esté lo bastante excitada, porque se suele pensar que estamos preparadas para ella cuando
estamos lubricadas (húmedas o mojadas, como se suele decir). Pues no, no necesariamente es
así. La verdadera señal de excitación sexual en la mujer es, al igual que sucede en los hombres,
una buena erección, es decir, que su vulva, sobre todo sus labios menores y el clítoris, estén
turgentes (congestionados de sangre). Cuanto más volumen, más sensibilidad y, por tanto, más
posibilidades de placer. De hecho, el orgasmo no es más que la consecuencia de liberar la ten-
sión que se acumula por la congestión sanguínea en la zona genital. Además, esa excitación no
es garantía de que una mujer vaya a alcanzar el clímax mediante penetración vaginal. Puede
perderla si deja de ser estimulada en la zona que le está provocando dicha excitación (general-
mente, la parte exterior del clítoris y alrededores).
Después de alcanzado el clímax, el clítoris (en realidad, todo el aparato genital femenino) nece-
sita de 5 a 10 minutos para recobrar su volumen normal, que es el tiempo que tarda la sangre en
dispersarse, motivo por el que muchas mujeres puedan tener más de un orgasmo por sesión.
Pero, ¡atención!, si una mujer está muy excitada y no llega, es decir, no descarga la tensión
acumulada, la vasocongestión puede permanecer durante horas en los genitales y causarle una
desagradable sensación, además de frustración, irritabilidad, incluso rabia, más o menos sote-
rrada, hacia su pareja.
Es más, cuando esto sucede a menudo, es decir, cuando una mujer se queda a las puertas de con
regularidad, sufre lo que se conoce como congestión pelviana, un síndrome que se caracteriza
por la sensación de pesadez, incluso molestias, en la zona de la pelvis, además de provocar alte-
raciones emocionales en quien la sufre: depresión, irritabilidad, angustia, ansiedad...
En definitiva, espero que si alguna vez albergaste dudas, se hayan disipado y tengas muy claro,
¡y para siempre!, que lo que causa tu placer es tu clítoris .Y métetelo bien en la cabeza: de pe-
queño nada de nada.
ORGASMO VAGINAL VERSUS ORGASMO CLITORIANO
Sigmund Freud fue el principal responsable de uno de los mayores errores que se han cometido con el
sexo femenino: la creencia de que en la mujer el equivalente al pene era la vagina. No fue hasta los estu-
[ Pobierz całość w formacie PDF ]